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Desde sus comienzos con Stanley Myers personificados en el Lillie Yard Studio de Londres al Media Ventures hollywoodiense HANS ZIMMER ha sido un compositor que se ha rodeado de leales colaboradores que han aprendido de su maestro y han aplicado su fórmula hasta la saciedad.
El hecho que Hans Zimmer pertenezca a la cultura alemana hace que la música centroeuropea emane en sus obras continuamente. A veces muy oculta a veces no tanto la influencia de compositores clásicos como Johann Sebastian Bach, Franz Schumann, Richard Wagner e incluso de Richard Strauß demuestra la gran variedad estilística en Hans Zimmer. En su Gladiator (2000) afirmaba cómo había diseccionado los valses vieneses straußianos para crear un verdadero engendro musical en The Battle. Su metamorfosis resulta a veces genial, como lo es la combinación de la música electrónica con la carga étnica que supuso la colaboración con músicos como Lisa Gerrard en Gladiator (2000) y Black Hawk Down (2001) y Lebo M en The Lion King (1994) o The Power of One (1992) o Djivan Gasparyan en Gladiator (2000).
Hans Zimmer nació en Frankfurt del Main el 12 de julio de 1957. Desde los tres años asistió a conciertos de música clásica y, según él, a los seis convencido de su capacidad musical inició los estudios de piano que continuó de forma autodidacta cuando su profesor lo abandonó al cabo de dos semanas.
Al contrario de tantos otros compositores cinematográficos, Hans Zimmer no tendrá una formación académica, lo que no impedirá que acabe siendo uno de los compositores más valorados en la actualidad. A los 16 años abandonó la escuela y trasladó su residencia a la Inglaterra de los mejores años de la generación del pop experimental. Allí Zimmer alternaría con bandas del pop rock inglés, a la vez que trabajaría en música para anuncios televisivos contratado por Air-Edel Associates —creada por George Martin y Herman Edel—. Meses más tarde empezó a colaborar con el compositor Stanley Myers con quien compuso la partitura para el film alemán Moonlighting (1982) de Jerzy Skolimowsky.
El Hans Zimmer de finales de los 70 se había sentido atraído por la instrumentación electrónica y en sus posibilidades como complemento de la orquesta clásica. A pesar de ser un pionero, hubo otros músicos que se adelantaron en esta experimentación desde un Jerry Goldsmith sinfónico en Under Fire (1983) a un Howard Shore en su cien por cien electrónica Videodrome (1983).
A partir de su nueva colaboración en Eureka (1983) Myers y Zimmer fundaron los estudios de grabación «Lillie Yard Studio» en Londres, contando con lo último en tecnología aplicada a la música. Ahí fue donde alcanzaron su cima compositiva con partituras como Insignificance (1985), Separate Vacations (1986), Castaway (1987) o My Beautiful Laundrette (1985) de Stephen Frears.
Como ya hemos referido anteriormente, Hans Zimmer desarrolló una carrera musical paralela en grupos del pop rock inglés. En 1979 había colaborado con Trevor Horn y Geoff Downes —The Buggles— en la producción del que llegaría a ser un éxito mundial, «Video Killed the Radio Star», y en la elaboración del LP posterior: «The Age of Plastic». Esta experiencia pop fue el paso anterior para su colaboración en los años ochenta con el grupo Ultravox en el Reino Unido y Krisma en Italia. De su colaboración con Warren Cann de Ultravox resultó la producción «Spies», proyecto multimedia que comprendía un film, una parte musical y un libro y la colaboración con formaciones tan dispares como el grupo español Mecano en canciones como «Ya viene el sol» o en el tour «El Concierto» dónde tocaba el Memory Moog y Warren Cann la percusión.
A finales de los ochenta compuso en solitario Terminal Exposure (1987) por encargo de Niko Mastorakis que llamó la atención de Ryuichi Sakamoto y de David Byrne quiénes le ofrecieron la posibilidad de colaborar en la partitura para la oscarizada The Last Emperor (1988).
Su desembarco en Estados Unidos no pudo ser más fructífero, pues ese mismo año llegó su primera nominación a los óscar con Rain Man. La apuesta de Barry Levinson por la música para sintetizador era clara sobretodo después de escuchar A World Apart (1988). Levinson optó por compaginar una banda sonora breve con canciones pop. La crítica musical se volcó con Zimmer llegando a escribirse que el músico alemán había creado un nuevo concepto de música visual; algo que no deja de ser exagerado.
En Black Rain (1989) llegó su primera colaboración con el realizador y productor Ridley Scott; volviendo a coincidir en Thelma & Louise (1991), Gladiator (2001) y Black Hawk Down (2001).
A partir de entonces Zimmer no paró de firmar partituras, y así en 1990 tuvo su año más intenso en cuanto a encargos, hasta ocho directores distintos solicitaron sus partituras para géneros tan dispares como la comedia —Green Card (1990), Bird on a Wire (1990)—, la ciencia ficción —Nightmare at Noon (1990)—, el drama —Chicago Joe and the Showgirl (1990), To the Moon, Alice (1990)—, el suspense —Pacific Heights (1990)— y la acción —Days of Thunder (1990)—. Pero no es hasta Backdraft (1991) cuando se empieza a definir el Zimmer de los noventa. En efecto, Backdraft (1991) significó un punto y aparte. En Fighting 17th y en Burn It All encontramos parte de las influencias de la futura Crimson Tide (1995), una partitura ciertamente atmosférica, electrónica y que nos recuerda a la anterior. Este es el Zimmer que quedará estereotipado, el de The Arsonist’s Waltz o Fighting 17th.
Junto a estos alardes de sintetizador Zimmer compaginará bandas sonoras de caracter más intimista como The House of the Spirits (1993) o Thelma & Louise (1991).
Su primer gran momento de gloria llegaria con The Lion King (1994), un musical producido por Walt Disney compartiendo protagonismo musical con Elton John y Tim Rice y su canción Can You Feel the Love Tonight. El éxito en la taquilla, las nominaciones y los premios no se hicieron esperar. La Academia de Hollywood le concedió las estatuillas a la mejor canción Can You Feel the Love Tonight interpretada por Elton John y Tim Rice, y a la mejor banda sonora para Hans Zimmer.
Cuatro años más tarde Zimmer compone As Good as it Gets (1998), interesante aportación al minimalismo después de su immersiones en la acción en Broken Arrow (1996). Pero lo más destacado de 1998 fue la fundación de Media Ventures, una factoría de partituras que daría sus frutos convirtiéndose en una cantera de músicos ávidos de sintetizador devotos de los sonidos experimentados en Crimson Tide (1995).
Resultado cuando menos curioso que a partir de ese momento Hans Zimmer destaque por la revisión estilística en The Thin Red Line (1999), una obra compleja que raya el misticismo y de la que destacaron sus cantos melanesios; en Gladiator (2000) renunció a aportar el sustrato rosziano i northiano a su visión particular de Roma y en Pearl Harbor (2001) se dejó llevar por su lado lírico ya impregnado en Return to Paradise (1998) de Mark Mancina. Pero junto a estas obras de corte más técnico Hans Zimmer ha compuesto partituras de muy dudosa calidad, caso de Mission Impossible 2 (2000) o Black Hawk Down (2001).
En los últimos años Hans Zimmer se ha mostrado cada vez más como un compositor muy versátil. Su música abarca el género del terror, el misterio, el drama, la acción, la intriga, la comedia, el romanticismo... Con la misma versatilidad Zimmer viene colaborando con los distintos miembros de Media Ventures y con los que sin formar parte de ella son afines a su estilo musical, caso de Mark Mancina o Trevor Rabin. Lo que le convierte en un músico único es la estructura narrativa y la forma de ajustarse al argumento, así como su descaro en el uso de recursos déjà vu en beneficio de la riqueza musical.
Con todo podemos afirmar que Zimmer es uno de los compositores que gozan del favor de la crítica y que entre 1989 y 2002 ha sido nominado en seis ocasiones al Óscar, la primera llegó por su trabajo en Rain Man (1988), a la que siguió The Lion King (1995) por la que obtuvo su única estatuilla, The Preacher’s Wife (1996), As Good as it Gets (1997), The Prince of Egypt (1998) y Gladiator (2000) completan el cuadro de nominaciones; pero Hans Zimmer ha cosechado un buen número de premios entre los que destacamos los ASCAP —premios del cine y de la televisión—, los BFCA (Broadcast Film Critics Association Awards), el premio de la crítica musical de Chicago (CFCA) y de Las Vegas (Sierra Award), los Globos de Oro, los Golden Satellite y los Grammy.
Joan Martínez [2002-08-19]