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En su biografía podríamos utilizar el símil del Rey Midas para referirnos al James Horner compositor. Un rey, Midas, que todo lo que tocaba se convertía en oro, pero que murió de inanición. A James Horner puede que le acabe ocurriendo igual. Su triunfo después de Braveheart (1995) le ha llevado a engrosar su cartera de proyectos y a proliferar su ya de por si extensa filmografía. Para el futuro nos dejará una obra déjà vue con pocas aportaciones a la banda sonora.
En efecto, Titanic (1997) marcó la cima compositiva en la carrera de James Horner; a partir de ahí su decadencia ha sido aprovechada por multitud de voces críticas que lo han devuelto a sus orígenes cuando el mismísimo John Williams le llamó la atención ante sus continuos guiños compositivos. Pero Horner no se rindió y a mediados de los ochenta se convirtió en un músico prometedor que abarcaba todos los géneros y estilos y en los noventa llegaron sus grandes éxitos con Braveheart (1995), Legends of the Fall (1995) y Titanic (1997).
A partir de Titanic (1997) intentó rehacer su estilo pero sin abandonar su sinfonismo característico, el cual le impedía en ocasiones vislubrar fórmulas alternativas y caía continuamente en la reiteración de sus propios recursos musicales.
Hijo de Harry Horner nació en Los Angeles (California) el 14 de agosto de 1953. A los cinco años inició sus estudios de piano, pero fue en Inglaterra dónde él se formó musicalmente, cursando sus estudios en dos centros, en el Holland Park School, y en el Royal College of Music de Londres. Su influencia más importante llegó de la mano del músico magiar György Ligeti (Tirnsemi, 1923), para quien su única inmersión en el mundo cinematográfico se limitaba a 1968 cuando Stanley Kubrik escogió una pieza de su obra Atmosphères (1961) para 2001: A Space Odyssey (1968).
Años más tarde, en 1970, se trasladó a Los Angeles (California) dónde se doctoró en teoría y composición e impartió clases de teoría musical en la Universidad de UCLA a la vez que empezó a plantearse su futuro como compositor de música instrumental clásica. Su pieza Spectral Shimmers (1978), emmarcada en la música de vanguardia, no fue bien recibida en su debut en Indianapolis, por lo que el compositor californiano buscó alternativas a corto plazo; entre ellas el cine y la composición de canciones le auguraban un halo de esperanza.
Los años en el American Film Institute
Sus primeras partituras para el American Film Institute (A.F.I.) fueron para películas de la serie B y algunos programas de televisión, entre las que destacó The Lady in Red (1979) de Lewis Teague y sobretodo el Battle Beyond the Stars (1979) de Roger Corman, el mago de los bajos presupuestos; pero su gran oportunidad llegó en Star Trek II: The Wrath of Kahn (1982) y el film de culto dirigido por Barbara Peters Humanoids from the Deep (1980). Esta primera época fue la más difícil de su larga carrera, ya que pronto se las vió con la crítica especializada que lo acusaba de plagiar a conciencia la obra sinfónica de John Williams, espejo y alma de buena parte de la nueva ola musical en el cine, y de valerse de guiños a compositores como Sergei Prokofief, Shostakovich o Aaron Copland, entre otros.
Los años ochenta
A pesar de esas primeras obras, el verdadero estilo Horner estaba por llegar; y lo haría precisamente para un género épico, se trataba del Krull (1983) de Peter Yates, la partitura más reconocida de la primera época de James Horner y en la que la orquesta y el coro se compenetraban en lo que podríamos definir como una verdadera sinfonía con fuertes influencias de los clásicos; perceptible también en Gorky Park (1985) cuando en la obertura combinó su música con la obra 1812 de Tchaikovski.
Pero en los años ochenta James Horner alternó los géneros musicales y los recursos melódicos; del estilo jazzístico exhibido en 48 Hrs. (1982) pasamos a la caravaggiana y alternativa The Name of the Rose (1986) y a la música rítmica, percusiva e incluso claustrofóbica para Aliens (1986) o un nuevo ejercicio épico en Willow (1988).
En efecto, Willow en 1988 fue un nuevo ejercicio épico, sinfónico y coral a cargo de The London Symphony Orchestra y el The King’s College Choir de Wimbledon. James Horner llegaba entonces a la cima compositiva de su primera época. En Willow (1988) dió entrada a todas sus influencias clásicas, williamianas, goldsmithianas y herrmannianas así como a instrumentistas como Kazu Matsui 松居和 en la interpretación del shakuhachi —instrumento que volverá ser protagonista en obras posteriores—, Ian Underwood en el fairlight, Robin Williamson en el arpa celta y Mike Taylor y Tony Hinnigan en las flautas étnicas. Además de las melodías épicas y líricas, destacan temas de corte comicista y misterioso que hacen de esta obra una de las más interesantes de su autor.
Los años noventa
Podríamos decir que su trilogía básica de los noventa se compone de Legends of the Fall (1994), Braveheart (1995) y Titanic (1997); entre las tres hallaremos al James Horner de los premios y del reconocimiento internacional, pero paradójicamente cuando consigue una conjunción casi etérea del lirismo sinfónico su obra decae y es cuestionada en revistas especializadas.
Braveheart (1995) marcó el gran momento de James Horner en la cima compositiva. Su partitura se convirtió pronto en un clásico y en una pieza imprescindible del Olimpo de la banda sonora. Para la narración del film de Mel Gibson no lo pudo tener más fácil, los temas folklóricos celtas —con el protagonismo épico de la gaita— ya se presuponían, así como todo su despliegue orquestal, pero Horner apostó también como Gibson por los temas románticos y de corte melancólico, de ahí su fuerte carga poética. Claro que ni Braveheart (1995) se salva de las críticas por la reutilización de temas de su propio Glory (1989).
Así como ocurrirá más tarde con Titanic (1997) en Braveheart (1995) la productora aprovechó al maximo el tirón comercial del film, y se editó además de la partitura oficial un segundo álbum rescatando algunos de los temas desechados en el primer CD, aderezados con numerosos dialogos originales del film.
Titanic (1997) fue un ejemplo del tirón comercial del film, hubo un Back to Titanic (1998) y otras ediciones recopilatorias o relacionadas con el repertorio de música clásica. A esta obra premiada con el Oscar de Hollywood siguieron partituras de segunda, Deep Impact (1998), The Mask of Zorro (1998) o Bicentennial Man (1999) dónde James Horner cometió uno de los errores más graves de su filmografía al incluir prácticamente íntegro uno de los temas centrales de Braveheart (1995). Para los que mitificaron esa banda sonora fue un golpe bajo, aunque el influjo celta lo escuchábamos tambien en obras como Devil’s Own (1997).
Durante esta década Horner siguió musicando películas de animación, para las que ya demostró sus habilidades en An American Tail (1986) y su secuela An American Tail: Fievel Goes West (1991), pero especialmente The Land Before Time (1988), donde muchos veian guiños wagnerianos. Ya dentro de los noventas destacamos la intensamente heroica Balto (1995) o la aventuresca The Pagemaster (1994).
En los últimos cinco años ha seguido componiendo para tres géneros cinematográficos muy concretos, el drama y sus variantes —el drama bélico en Enemy at the Gates (2001), Windtalkers (2001/2002), el drama clásico en Iris (2002), el drama psicológico en A Beautiful Mind (2001)—, la aventura en The Perfect Storm (2000), The Mask of Zorro (1998) y la comedia en How the Grinch Stole Christmas (2000).
Entre los premios que ha recibido James Horner destacaremos sus estatuillas de Hollywood por Titanic (1997), sus nominaciones por A Beautiful Mind (2001), Apollo 13 (1995), Braveheart (1995), Field of Dreams (1989) y Aliens (1987). Ha obtenido los Globos de Oro en dos ocasiones, una por la banda sonora Titanic (1997) y otra por la canción que la encabezaba, My Heart Will Go On, interpretada por Celine Dion. A parte de estos premios su curriculum abarca otros certámenes tales como los ASCAP Award, los Saturn Award, los Grammy, los BAFTA, los premios concedidos por el Chicago Film Critics Association Awards, etc.
Otra faceta en la cual James Horner ha destacado es en la composición de canciones, algunas de ellas estandartes de films como Titanic (1997) My Heart Will Go On; como An American Tail (1986) y su Somewhere Out There; I Want to Spend my Lifetime Loving You en The Mask of Zorro (1998); All Love Can Be en A Beautiful Mind (2001); o Remember Me This Time para Casper (1995).
Joan Martínez [2002-12-04]