Puntuaciones |
General
Tracks
|
Música compuesta y dirigida por Howard Shore. Orquestaciones de Howard Shore.
Interpretada por la London Philharmonic Orchestra y The New Zealand Symphony Orchestra. Coros de The London Voices y The Oratory School’s Schola, dirigidos por Terry Edwards. Músicos solistas destacados: Marcia Crayford (violín). Interpretación vocal especial de Elizabeth Fraser, Edward Ross y Mabel Faletolu. Orquesta contratada por Ruth Cornes y Isobel Griffiths.
Grabada y mezclada por John Kurlander. Editada por Suzana Perić, Nancy Allen, Simon Kiln, Andrew Dudman, Michael Price y Jennifer Dunnington. Masterizada por Peter Cobbin. Album producido por Howard Shore y Suzana Perić.
¿Quién lo iba a decir? Un Howard Shore olvidado de los círculos comerciales y encasillado bajo la aureola de lo tétrico y lo oscuro se convierte por obra y arte de THE LORD OF THE RINGS: THE FELLOWSHIP OF THE RING (2001) en un compositor de culto. ¡Cuando menos resulta paradójico! De pronto su nombre se relaciona a una trilogía épica que cuenta con muchos adeptos, comparable a Star Wars, aunque muy superior en cuanto a su contenido y a su puesta en escena, incluso cuenta con un Shore más maduro que el John Williams del STAR WARS: EPISODE I - THE PHANTOM MENACE (1999). A pesar de los elogios y las críticas favorables, Shore aun renovando su lenguaje musical, no hizo más que seguir en la línea compositiva de THE YARDS (2000), adaptándose al argumento y a la visión monumental de Peter Jackson, aunque tampoco quiso renunciar a esas melodías más que brumosas características en su obra. Así, los antecedentes musicales los hallaremos en THE YARDS (2000), una obra de madurez, donde compaginaba los temas clásicos de Gustav Holst con un sinfonismo exultante. Atrás quedaban trabajos como CRASH (1996), EXISTENZ (1999) o THE CELL (2000) y esta metamorfosis musical mereció las nominaciones a los Oscar de la Academia y a los Globos de Oro a la mejor partitura. El film ha corrido la misma suerte: trece nominaciones a los Óscar lo convierten en el heredero ideal del Gladiator de Ridley Scott. El 2001 habrá sido el año de las trilogías; al Harry Potter and the Socerer’s Stone (2001) de Steven Spielberg —quien se creía el triunfador en las taquillas— le surgió esta trilogía rodada en Nueva Zelanda y que narra las aventuras de Frodo Bolsón en su peregrinaje por salvar su mundo bucólico del poder de Saurón.
El camino de Howard Shore a la fama que le ha supuesto LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING no ha sido fácil. Los productores del film tantearon otros nombres hasta llegar al compositor de THE YARDS (2000). Primero fue Wojciech Kilar y luego fue James Horner. Descartados estos dos compositores el proyecto llegó a las manos de Howard Shore quien aceptó de inmediato el reto. Meses más tarde el resultado fue una intensa partitura que combinaba el lirismo con coros tan oscuros como el mismísimo Saurón y tan espléndidos como los que firmó Carl Orff para sus Carmina Burana. De esta manera los escépticos, que fueron muchos, y los que simplemente no confiaban en sus posibilidades quedaron definitivamente rendidos ante esta obra de referencia, repleta de temas tan sugerentes comos los cantos élficos que abren el tema Flight to the Ford o que se intercalan con los coros oscuros de Mórdor en A Knife in the Dark.
La temática
Howard Shore construyó su obra entorno al tema central de la novela de J.R.R. Tolkien: la eterna lucha entre el Bien y el Mal, representados por las voces blancas de la Tierra Media en contraposición a los coros oscuros de Mórdor. Estos dos temas admiten variantes como las melodías de inspiración pastoril evocadoras de un locus amoenus, llamado La Comarca. De esta manera tan minimalista el bien queda estereotipado en la imagen verde y feliz de la tierra de los hobbits, y el mal en los paisajes oscuros, en el fuego, en los orcos y en las ansias de dominar el mundo. No obstante, la obra de Howard Shore rebosa de una gran variedad temática que fluye de la narración del film, acción (The Black Rider), misterio (The Shadow of the Past), lirismo bucólico (Concening Hobbits), mística litúrgica (Lothlorien), épica (The Bridge of Khazad Dum), sinfónica (At the Sign of the Prancing Pony); todos estos temas se estructuran bajo el Bien y Mal y conforman una partitura tan densa como la misma novela de J.R.R. Tolkien.
La estructura
LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING tiene una estructura tan marcada que incluso se respetó los títulos de los diferentes capítulos para titular las pistas. Howard Shore siguió al dedillo el encargo de Peter Jackson y se ciñó al hilo conductor de la obra. En este afán de respeto sólo anotaremos una pequeña alteración, la que supone el tema The Prophecy ligado al discurso introductorio del film; alteración necesaria pues una obra tan densa como LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING se veía precisada de un prólogo.
Las influencias
Toda partitura, por muy alternativa o renovadora que parezca, se sustenta siempre en un sustrato musical, y en LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING lo hallamos en la filmografía de Howard Shore, que ha sido en los años ’90 un compositor mucho más versátil de lo que podamos suponer. Su aportación al cine abarca films de corte dramático —PHILADELPHIA (1993), STRIPTEASE (1996)...—, de suspense —SEVEN (1995), THE YARDS (2000)...—, de terror —THE FLY (1986)...—, de ciencia ficción —EXISTENZ (1999)— o documentales —LOOKING FOR RICHARD (1996)—. Sus partituras para el género bufo son quizás menos conocidas, pero tienen su interés, pues son partituras ágiles y que han de ser tenidas en cuenta. Entre estas destacaremos MRS. DOUBTFIRE (1993), ED WOOD (1994), ANALYZE THIS (1999) y HIGH FIDELITY (2000). Ahora bien, cuando hablamos de obras que conforman la base compositiva de LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING nos hemos de referir a THE YARDS y a compositores como Gustav Holst o Carl Orff que inspiran buena parte de los últimos títulos del compositor canadiense. La influencia de Orff es importante no sólo en Howard Shore, sino que también en James Horner y su celebrada GLORY (1989). La influencia horneriana es más clara cuando escuchamos The Breaking of the Fellowship. Hay quien ve en los pasajes para flauta matices de TITANIC (1997) o de BRAVEHEART (1995) y quien escucha en la obertura The Prophecy influencias de THE PHANTOM MENACE de John Williams. Pero, como ya hemos explicado, toda partitura se sustenta siempre en un sustrato, y en cuanto al género épico Howard Shore era en este caso un neo-nato capaz de componer una gran banda sonora.
La obra
Aun existiendo una novela y una limitación argumental, el hecho que el film narre aventuras en una secuencia atemporal dio licencia a Shore para crear incluso un folklore ficticio. Pero no fue así: LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING no tiene la frescura instrumental de CONAN THE BARBARIAN (1982) de Basil Poledouris quien también musicó un tiempo irreal. Algunos críticos señalan precisamente los tonos étnicos y fantásticos, tonos que no son tan presentes, más bien ausentes, si no fuera por los ramalazos celtas en The Council of Elrond y en The Breaking of the Fellowship. Quizás sea este el motivo por el cual la colaboración de Enya nos recuerda la influencia céltica, muy corriente, por otro lado, en el género histórico y que nos evoca un sincronismo con la saga de Camelot.
De los temas que conforman la obra de Shore destacaremos dos de los más interesantes, Concerning Hobbits y todas sus variantes —de la que destaca, Many Meetings, un adagio introducido con notas espaciales reforzadas por los coros femeninos— y el tema Amon Hen, ejemplo de la contraposición entre la percusión mordoriana y las voces femeninas. Como hemos destacado Concerning Hobbits es el tema que vertebra la obra, el que aporta una mayor frescura al score, repitiéndose bajo diferentes arreglos al menos en cinco ocasiones, Many Meetings, The Breaking of the Fellowship, At the Sign of the Prancing Pony, The Black Rider y The Council of Elrond. En cambio las notas percusivas de Amon Hen reaparecen en Flight to the Ford, A Journey in the Dark y en The Bridge of Khazad Dum.
El primer grupo temático es de una indudable carga lírica y emotiva, y es fácil entrever entre sus notas la descripción de un frívolo romanticismo, en el sentido que las notas de los violines nos invitan a seguir los pasos de Gandalf al entrar en Hobbiton y dirigirse a Bolsón Cerrado. Los paisajes imaginados tiempo atrás por Tolkien e inspirados en los cuadros de William Blake y Heinrich Fübli.
Hay aspectos en LOTR: THE FELLOWSHIP OF THE RING que llaman poderosamente la atención, con excepción hecha de los anteriores que son argumentales, y son la inserción de las notas de una marcha real que aparece por primera vez desarrollada en At the Sign of the Prancing Pony y se repite en The Breaking of the Fellowship y que crea un estilo ceremonioso, y la inclusión de reminiscencias del Howard Shore más brumoso, del Shore que no renuncia a su pasado; nos referimos a la repetición de notas estridentes —sobretodo de violín— que enfatizan la oscuridad del reino de Saurón, las escuchamos en A Journey in the Dark y las volveremos a escuchar en At the Sign of the Prancing Pony.
La parte coral es imprescindible para construir el lenguaje del mal y del bien, aunque la tendencia es que el coro masculino se identifique con Mórdor y el femenino e infantil con el mundo élfico y hobbítico, respectivamente. Junto a los coros la voz de Enya es también una parte central —prescidible para muchos y comercialmente no prescindible—, algo más mística en el Theme for Aragorn & Arwen —como parte del tema The Coucil of Elrond— que en la canción May It Be que cierra la discutida edición de Reprise Records.
Conclusión
Estamos ante THE LORD OF THE RINGS, la trilogía, el sueño de todo compositor, la obra que ha rescatado a Howard Shore precisamente de las tinieblas que éste ha descrito musicalmente como nadie. Cuando nadie apostaba por él y los críticos se mostraban más escépticos, Howard Shore compuso una obra de referencia que continuará en las siguientes dos entregas de la saga de J.R.R. Tolkien.
Valoración:
Joan Martínez [2002-02-26]